Hoy quiero reflexionar sobre los hechos que han sucedido en los últimos días, solo pretendo observar, observarme.
¿Cuándo vamos a entender que lo que acontece en la sociedad es el fruto de nosotros mismos?, ¿cuándo vamos a entender que la solución no la da el gobierno o las instituciones religiosas, o cualquier ente organizado?
No nos hemos dado cuenta de que estamos en medio de un daño estructural de la sociedad, y si alguno lo sabe, no se ha percatado que la estructura la forjamos nosotros mismos, ignoramos que todo este caos que vemos es sencillamente el reflejo de la cantidad de conflictos internos que tenemos porque el problema está dentro de nosotros.
La sociedad solo puede mejorar si cada uno toma la responsabilidad de crecer en conciencia, Dios se revela en los hechos y acontecimientos de la vida, recordemos que también nos encontramos en medio de una pandemia, un microorganismo amenaza nuestras vidas, y eso también es un reflejo: nosotros, tan insignificantes como somos, y destruimos lo que se ponga al frente nuestro, matamos abusando del poder -porque todos lo hacemos, para matar no es necesario usar un taser-, destruimos lo que compone nuestra comunidad de bienes, agredimos crónicamente al planeta, es decir, somos como el virus que tanto nos asusta.
La única forma de detener la violencia es poniendo amor, pero qué amor podemos poner si andamos dispersos y no sabemos que nosotros somos el amor, y tampoco nos interesa mirar dentro de nosotros para solucionar nuestros propios conflictos que a la larga terminan manifestándose como asesinatos y destrucción.
Que la voz de Nuestro Señor retumbe en nuestros corazones y podamos oír su llamado: «deja de buscar afuera, no dejes que tus ojos se acostumbren.»
Teóloga - Fundación Kyrios
Licenciada en Ciencias Religiosas
Pontificia Universidad Javeriana