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¿Quién Soy?

Nuestro lenguaje expresa lo que llevamos dentro, muestra como estamos configurados, revela la forma en que vemos a los demás, a nuestra familia, a la sociedad y al mundo.

Curiosamente durante este tiempo de pandemia ha sonado mucho  “luchemos contra el virus”,  y quiero invitarlos a que el resonar de esta frase nos haga sensibles a la cantidad de veces que utilizamos la misma jerga en nuestro diario vivir: “vamos que podemos, somos luchadores, venceremos”, “eres una guerrera(o)”, “marchemos en contra de la corrupción”, “plantón contra el aborto”, incluso compartimos oraciones o memes con frases como “Señor te entrego mis batallas de este día”, “Estamos en una batalla espiritual”, ”¡¡Oh!!, Reina de los ejércitos ayúdanos”…hasta  lo cantamos, “luché como un soldado y a veces sufrí…..”, no pretendo calificar la intención de todo esto, mucho menos juzgarlo como malo o bueno, ni más faltaba, pero si creo que debe despertar una pregunta en nosotros: ¿Cómo vivimos la resurrección?, aquella que celebramos jubilosos por internet, radio o televisión en la pasada Semana Santa.

En la vigilia pascual celebramos que el sepulcro estaba vacío porque Él resucitó para vivir en nuestros corazones, Él eligió el amor y lo vivió plenamente para mostrarnos lo que la coherencia significa. 

Jesucristo Crucificado

La muerte de Jesucristo no es solamente un acontecimiento histórico, el reino que Él proclamó es un estado permanente de amor perfecto, justicia plena y paz absoluta (Silva-Silva, 2016),por esa razón Jesús nos pide que construyamos el reino, pues es una forma de vida que podemos gestionar desde cada una de nuestras realidades.

De igual forma Jesús le dice a Nicodemo: ”- En verdad te digo que nadie puede entrar en el reino de Dios si no nace de nuevo” (Jn 3,3), ¿qué significa nacer de nuevo?, Jesús nos está invitando a resucitar con Él, ser cristiano implica reflejar en cada uno de nosotros quien es Cristo, valdría la pena preguntarnos si ese estado de guerra interior reflejado en nuestro léxico, ese deseo de destruir lo que nos amenaza es realmente una actitud cristiana que nos ayude a construir el reino de Dios.

Tal vez el problema es que no hemos resuelto nuestra tarea primordial, descubrir quienes somos. La pregunta de los grandes filósofos que muchas veces puede sonar a frase de cajón pero que representa el fondo de nuestra identidad: ¿Quién soy?, lastimosamente nos perdimos desde niños en esa frase, todos nacemos siendo, no tenemos que “llegar a ser nada porque ya somos” (Silva-Silva P. , 2005), la tarea precisamente es descubrir quién soy y vivir en el mar de amor que es Dios.  Como diría A. De Mello, somos el producto del rechazo de todos y eso nos ha llevado al punto de no saber quiénes somos:

La sociedad te enseña a estar siempre insatisfecho para dominarte y controlarte.  Con ello la sociedad se ha beneficiado, pero ha pagado un precio muy alto:  la guerra.  Nunca podrás amar a los demás si te detestas a ti mismo.  El amor significa no hacer violencia y respetar la libertad incluyéndose a sí mismo” (DeMello, 1987).

¿Será que todas esas frases mencionadas al inicio de esta reflexión reflejan lo que sentimos por nosotros mismos?, ¿será que no hemos resucitado con Él?, ¿será que no hemos nacido de nuevo?,

Es muy probable, pero el camino está abierto para todos, solo se trata de entrar en nosotros mismos, descubrir por fin la luz que nos habita, hay que silenciarse, hay que reservar tiempo para sentarnos y solo observarnos.

Lentamente veremos que nuestra vida es como un sueño, incluso a veces volamos en ellos, juntamos personas que no se conocen, viajamos a velocidades inimaginables, de igual manera si hacemos silencio diariamente y casi sin percibir un cambio progresivo,  llegará el día en que poco a poco todas las etiquetas que nos han dado y que por haberlas aceptado nos han marcado y atado, irán desapareciendo porque descubriremos que somos un misterio tan grande que nada de eso puede describirnos.

Entonces ya no nos veremos cómo malos o buenos, ingenieros o contadores, piadosos o impíos, guerreros y luchadores, ya no nos percibiremos como antes, descubriremos que no podemos identificarnos ni con nuestro organismo, ni con los sentimientos o emociones, ni con los pensamientos.

Ni siquiera Dios será el mismo porque sabremos que Él sólo puede ser gustado dentro de nosotros mismos y en relación perfecta con todo lo que nos rodea, siendo siempre un misterio insondable e inabarcable que nos atrae y nos seduce, y cuando tengamos esa experiencia de Dios, por fin construiremos el reino que proclamó Nuestro Señor  porque habremos descubierto quienes somos y podremos gritar que resucitamos en la vigilia pascual con Jesucristo, sin importar el día o la hora!

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Fanny Marín

Teóloga - Fundación Kyrios
Licenciada en Ciencias Religiosas
Pontificia Universidad Javeriana

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