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Hoy quiero reflexionar sobre los hechos que han sucedido en los últimos días, solo pretendo observar, observarme.

Recuerdo que el Padre Ranher dice que Dios se revela en los hechos y en los acontecimientos de la historia y también recuerdo que Confucio afirma que la humanidad es una familia dentro de la cual se deben desarrollar como tal las relaciones. Estas frases me confrontan frente a los hechos ocurridos los últimos días, y surge una pregunta: ¿qué nos dice todo lo que está sucediendo?, ¿de qué forma se revela Dios en todos estos hechos?, ¿dónde están las relaciones de hermandad que al menos como raza humana nos debemos?, lo más probable es que la respuesta no la tenga ni el gobierno, ni las comisiones de paz, ni las ONG, la respuesta está dentro de nosotros, ¿saben por qué?, los problemas no están fuera de nosotros, la violencia no es sólo lo que vemos, la violencia hermanos está dentro de nosotros y lo que estamos viendo que ocurre en este mundo, es el reflejo de lo que somos cada uno de nosotros.

¿Cuándo vamos a entender que lo que acontece en la sociedad es el fruto de nosotros mismos?,  ¿cuándo vamos a entender que la solución no la da el gobierno o las instituciones religiosas, o cualquier ente organizado?

El problema está dentro de nosotros, nos comportamos todos como niños necesitados de que papá estado nos dé, nos prohíba, nos oriente, nos lleve y nos traiga, entonces, también como niños hacemos pataletas, si algo malo pasa nos volcamos a las calles a protestar, a gritar, a romper, y sale papá y nos reprende, nos promete -algo que no cumplirá-, y nos calmamos, y volvemos al mismo ciclo una y otra vez…

No nos hemos dado cuenta de que estamos en medio de un daño estructural de la sociedad, y si alguno lo sabe, no se ha percatado que la estructura la forjamos nosotros mismos, ignoramos que todo este caos que vemos es sencillamente el reflejo de la cantidad de conflictos internos que tenemos porque el problema está dentro de nosotros.

La sociedad solo puede mejorar si cada uno toma la responsabilidad de crecer en conciencia, Dios se revela en los hechos y acontecimientos de la vida, recordemos que también nos encontramos en medio de una pandemia, un microorganismo amenaza nuestras vidas, y eso también es un reflejo: nosotros, tan insignificantes como somos, y destruimos lo que se ponga al frente nuestro, matamos abusando del poder -porque todos lo hacemos, para matar no es necesario usar un taser-, destruimos lo que compone nuestra comunidad de bienes, agredimos crónicamente al planeta, es decir, somos como el virus que tanto nos asusta. 

¿Hemos parado realmente durante estos tiempos tan difíciles a ver por dentro de nosotros toda la rabia que llevamos? ¿Hemos reflexionado o sentido que Dios está presente en toda la realidad? Él está en los agresores, en los agredidos, en los espectadores y en los que oramos para que todo se calme -por supuesto allá afuera-. Creo que los acontecimientos hablan por sí mismos, no hemos entendido de qué se trata, no hemos tenido la valentía de mirar dentro de nosotros porque nos aterra toda la violencia, miedos, temores, muertes que podemos encontrar, pero tristemente al dejar de mirarnos, también hemos dejado de ver al Dios que nos habita, y al no verlo, hemos olvidado lo que significa el amor, la fuerza que nos sostiene a todos como hermanos, la fuerza que nos impulsa a hacer el bien, a no juzgar, a respetar los procesos evolutivos de todo ser vivo sobre este planeta, a responder con no-violencia ante los hechos que aparentemente así lo ameritan, nos hemos acostumbrado a la guerra, en tantos años de conflicto, no hemos comprendido que  la violencia siempre generará más violencia, ¿a quién se le ocurriría ponerle más sal a la sopa cuando está salada?

La única forma de detener la violencia es poniendo amor, pero qué amor podemos poner si andamos dispersos y no sabemos que nosotros somos el amor, y tampoco nos interesa mirar dentro de nosotros para solucionar nuestros propios conflictos que a la larga terminan manifestándose como asesinatos y destrucción.

Que la voz de Nuestro Señor retumbe en nuestros corazones y podamos oír su llamado: «deja de buscar afuera, no dejes que tus ojos se acostumbren.»

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Fanny Marín

Teóloga - Fundación Kyrios
Licenciada en Ciencias Religiosas
Pontificia Universidad Javeriana

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